[PRÓLOGO I] Tragedias del pasado

Harry Potter RPG

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    «Tiempos oscuros y difíciles nos aguardan. Pronto deberemos elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil.»

    26 de agosto de 1899. La habitación se encontraba tranquila y tenuemente iluminada por una pequeña lámpara en uno de sus rincones. Los dos muchachos se encontraban cada uno a lo suyo: uno de ellos tenía el pelo rizado, de color rubio casi plateado y le llegaba hasta la altura de los hombros. Estaba rebuscando entre diferentes pergaminos, tan antiguos que alguno era difícilmente entendible. El otro, que tenía el pelo castaño y una barba poco poblada, se hallaba acomodado en el desgastado sillón leyendo y tomando breves notas en un viejo libro titulado: "Los cuentos de Beedle el Bardo".

    La varita debe de estar en algún lugar. Un objeto mágico de semejante poder deja rastro, así que tarde o temprano acabaremos por encontrarla. —Afirmó el chico de pelo castaño a la vez que levantaba la mirada para observar a su compañero.
    Desde luego. El linaje de los Peverell se extinguió hace muchos años, pero parte de su herencia ha permanecido intacta transmitiéndose de generación en generación a lo largo de los siglos. Debemos identificar a sus descendientes para tener un hilo del que tirar para hacernos con las tres. —Esta vez era el de pelo platino el que tomaba la palabra.

    Unos pasos curiosos al fondo del pasillo que avanzaban con prisa hacia la habitación en la que se encontraban irrumpieron la actividad. El sonido se detuvo delante de la puerta, que no dudó en abrirse en un gran estruendo.

    Albus, la situación es insostenible. Esto tiene que parar ya. ¡Ariana cada vez está peor! En las últimas semanas no has hecho acto de presencia en ningún momento... ¿tan poco te importa tu propia familia? Desde que te fuiste he tenido que asumir toda la responsabilidad, pero llega un punto en el que no puedo controlar esta situación, no sin tu ayuda. También es tu hermana. —La mirada del nuevo muchacho, que respondía al nombre de Aberforth Dumbledore, estaba llena de rabia e impotencia, totalmente fija en el muchacho de pelo castaño que aún sujetaba su libro.
    Te negaste en rotundo a que dejase la escuela porque tú asumirías toda la responsabilidad, pero desde que le conociste parece que no has vuelto a ser el mismo. Ariana te necesita. Él no. —Aberforth prosiguió con tono violento, esta vez desviando su mirada fulminante hacia el chico de pelo platino.

    Tras sus palabras, Ariana Dumbledore, una chica mucho más menuda y de apariencia enfermiza, apareció tras la oscura túnica del chico que hablaba.
    ¡Tu hermana está enferma! ¡cada vez está peor y, por si fuera poco, a medida que empeora, te vas alejando de ella! No puedes liderar vuestra revolución con el peso de tu hermana sobre tus espaldas. Debes elegir: Grindelwald o tu familia. —El joven Dumbledore elevaba más y más su tono de voz hasta que sus gritos retumbaron por toda la estancia. Su hermano Albus, todavía sentado, permanecía pensativo y callado.

    El chico de pelo platino esbozó una breve sonrisa y dejó a un lado los antiguos pergaminos para ponerse en pie. Se acomodó su vestimenta y miró a Aberfoth que respiraba más agitadamente a cada segundo que pasaba.
    Menuda tontería. Tanto tus hermanos como tú no tenéis nada de lo que preocuparos. Cuando llevemos a cabo nuestro plan y todo esto acabe, me lo agradecerás. Tu hermana ya no tendrá que esconderse ni reprimir su magia interior, podrá manifestarse sin miedo en un mundo libre de represiones y yo mismo encontraré una cura para ella. Hasta entonces, debes permanecer en silencio y no entorpecernos. —Comentó Gellert Grindelwald con aires de grandeza y superioridad.
    Cállate. No estoy hablando contigo, ni nadie ha pedido tu opinión. —Espetó Aberforth de forma cortante a Grindelwald.

    Tras estas palabras, la media sonrisa se borró de la cara de Gellert, y su gesto cambió por completo. Con una maestría inconfundible, desenfundó su varita mágica.
    ¡Crucio! —Apuntó inmediatamente sobre el joven Dumbledore, que empezó a retorcerse de dolor en el suelo y, a medida que pasaban los segundos, sus gritos y sollozos aumentaban.

    La cara de Albus se descompuso totalmente. Tras unos breves instantes de shock, se incorporó y desenfundó su varita, apuntando a su amigo.
    ¡Detente! ¡Detén esta locura! —Ordenó de inmediato.

    Grindelwald cesó su ataque y con ello, los gritos de Aberforth que con dificultad se incorporó mientras desenfundaba su varita con rapidez comenzando una batalla. Albus no tardó en intervenir, introduciéndose en el conflicto para proteger a su hermano menor.

    A medida que transcurrían los minutos, la pelea entre los tres se iba intensificando. Los hechizos rebotaban en todas direcciones, destrozando todo en lo que impactaban. La puerta se quebró en cientos de pedazos y las plumas del sillón, ahora estallado, junto con decenas de pergaminos volaban por los aires en todas direcciones.

    Un grito ahogado detuvo la escena en seco. Los tres se giraron hacia la dirección de la que provenía el grito y encontraron el cuerpo sin vida de la pequeña Ariana en el suelo. Tras la pelea y todos sus estruendos, no quedó nada... todo quedó en absoluto silencio.


    Edited by HPRPG - 6/4/2020, 17:00
     
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